Mentor nos escribe. Su primera carta llama a filas a aquellos héroes que hace 25 derrotamos al malvado Morcar. Mentor reclama aquello que corre por nuestra venas y que hierve al leer sus palabras.
Nuestras espadas nunca se embotaron, pero su vaina se les antoja una prisión de la que escapar para cercenar miembros y cabezas. Nuestros grimorios se estremecen con toda la energía encerrada en ellos, deseando desatar las fuerzas primigenias sobre aquellos que osan detenernos en la consecución de un modo más sabio, más justo, mejor. Las flechas, aburridas en su carcaj, añoran el chasquido de la cuerda que las lanzará, certeras, contra la garganta de nuestros enemigos. Nuestras hachas refulgen con el mero pensamiento de la sangre verde derramándose sobre ella, en una ducha de frenesí y éxtasis. No importa nuestro nombre. Nosotros seremos los héroes que una vez más cabalgaremos hasta los confines el mundo para lograr vencer a nuestros enemigos, trayendo a través de la guerra la paz y la concordia. No desfalleceremos, con el valor que fluye en nuestra alma, con la guía de nuestro Mentor seremos los héroes que cumplirán su misión.
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