
¡Hey, venid! ¡Tenemos correo!
¿Y ese remite? ¿Quién es el Almirante Saul Tigh?
¡Es el nombre de uno de los personajes de Battlestar Galactica! Pero creo recordar que era un coronel, ¿no?
¡Veamos qué dice la carta! Leo:
Quiero recapitular los eventos de los últimos días, desde que me vi obligado a tomar el almirantazgo tras el fallecimiento de Adama. Han pasado muchas cosas, muy rápido, y quisiera que quedase algún modo de encontrar sentido entre el caos, si es que quedase alguien interesado en ello.
¡La Battlestar sin Adama! Eso no puede ser bueno…
Por supuesto, la tormenta sucedió a la calma. Durante días logramos realizar saltos sin ver una sola nave Cylon, casi podíamos engañarnos diciéndonos que podían haber perdido nuestro rastro. Todo estaba tranquilo, los Viper mostraban plena funcionalidad, pero ni Boomer ni los demás pilotos salían apenas a patrullar. La presidenta Roslin y yo encontrábamos consensos sencillos con las crisis puntuales que nos asaltaban, podíamos permitirnos dormir. Llegamos incluso a emplear tiempo para extraer combustible del cadaver seco de un planeta. Las naves civiles nos seguían. Nos sentíamos bien.
Qué curioso, esto me recuerda a la última partida de BSG que jugamos. Tres jugadores, con Mech de almirante, Hype controlando a Boomer y yo ocupando la presidencia.
Pero la ausencia de peligro, o al menos su callada presencia, nos permitió volver los ojos hacia nosotros mismos. En un momento dado fue evidente que las provisiones de alimento podrían no ser suficientes si nuestro viaje se alargaba, con lo que los recelos fueron inevitables. Así fue que un miembro de la expedición que recuperó el combustible, tras días de evidente tensión, confesó que creía haber visto a Boomer en la superficie del planeta, cuando ella todavía seguía en Galactica.
La duda echó raíces entre la gente y no tardó en explotar: pronto se convirtió, a ojos de una ruidosa minoría, en el adalid de todos los males, reales e inventados, que parecían acaecernos. Temían además que ella delatase nuestra posición a la flota Cylon, y pronto fue inevitable el encarcelarla, si no por aplacar a la tripulación por evitar un nada implausible linchamiento.
Tienes toda la razón, Competitiveman. Tiene toda la pinta de que sea una narración de lo que pasó en esa partida.
Ajá. Recuerdo que todo había ido como la seda durante los cuatro primeros saltos, pero ahí fue cuando se encarceló a Boomer y todo empezó a ir mal.
Roslin y yo tomamos rápidamente la resolución de purgar nuestras naves de desconfianza. Nos necesitamos demasiado como para permitirnos una situación como ésta. Nuestro enemigo es demasiado grande, difuso y apremiante como para que nos agotásemos combatiendo fantasmas. Así fue que nos dirigimos a la tripulación civil para defender públicamente a Boomer, lanzando un discurso planeado para congraciarla de nuevo con todos los que dieron en poner su humanidad en duda. Es nuestra guerrera. No solo sangra, sino que lo hace por nosotros.
En este punto nuestro verdadero problema comenzó a mostrar su rostro. Nos dirigimos a nuestra gente, público de un discurso que debía ser apasionado y convincente, que arrancase la vil duda de entre nosotros y redimiese a nuestra brillante piloto. Pero no lo fue. Las palabras de la presidenta fueron las adecuadas, podrían haber sido emocionantes, pero no las respaldaba ninguna convicción. ¿Qué puede conseguir una oradora que se expresa como si no quisiese convencer?
Hay que recordar, claro, que fue tras el cuarto salto cuando se repartieron nuevas cartas de lealtad. Así que aunque antes no hubiese ningún Cylon, ahora debía de aparecer uno.
Y creo que eso tú lo sabes mejor que nadie, ¿verdad, Competitiveman?
Oye, ¿quién sabe? A lo mejor Boomer en realidad sí era Cylon. ¡Nunca se es demasiado precavido!
Jo, ¡será canalla el tío!
Inmediatamente después de este evento la situación comenzó a salirse de todo posible control. Las emergencias que la presidenta traía a debate eran ahora más graves, y las decisiones que implicaban no eran más que elecciones entre dos diferentes derrotas. Todos nuestros recursos empezaban a convertirse en relojes de arena, agotándose con paso firme.
Y entonces llegaron las naves. En cuestión de lo que parecieron minutos la actividad a nuestro alrededor fue escalando desde pequeñas escaramuzas, de las que Boomer tan solo podía escuchar rumores en la cárcel, hasta enfrentamientos contra sus oscuras naves capitales, que ni siquiera nuestras atómicas pudieron frenar. Si en ese momento pudiese permitirme observar el firmamento, no creo que hubiese estrellas para ver.
¡Es cierto! ¿Recordáis que en aquel momento todas las miniaturas Cylon estaban en juego?
Se hartaron de lanzar tiradas de ataque contra nuestros Viper. Menos mal que pudimos usar algunas cartas de maniobra para equilibrar la lucha…
En el hangar no conseguían reparar los Vipers al ritmo que entraban con las piezas colgando, pero aún así nuestros pilotos contenían la marea Cylon que amenazaba a las naves civiles. Buenos pilotos despegaron para no volver, pero al hacerlo mantuvieron viva a la fracción de la humanidad que custodiábamos en arcas de metal, y con ella nuestra esperanza.
Esto terminó cuando una orden presidencial obligó a varias de nuestras naves a realizar un “redespliegue estratégico” que dejó al grueso de las naves civiles expuestas al fuego ciego que los robots traían consigo. Una matanza que si dejó de ser completa fue solo por un salto de emergencia, desesperado y en el que no todas las naves civiles pudieron seguirnos.
¡Creo que esa acción aclaró cualquier duda que pudieseis tener sobre mi lealtad!

La segunda carta de lealtad que recibió Roslin le indicaba que era un Cylon y le daba una acción especial cuando se revelase como tal.
Ese último evento arrancó la venda con la que había permitido cegarme. Traición. Sí que había un Cylon entre nosotros, y no solo iba ahora a perder su sillón presidencial, sino que pagaría muy caras las vidas con las que había osado jugar. Ni puertas ni muros pudieron frenarme cuando me dirigí al despacho para ordenar su arresto en la nave Colonial Uno; pero esa acción quedó sin efecto, puesto que la sucia arpía ya había dejado atrás la pretensión de enfermedad y con enérgica oratoria se había ganado el favor de las masas despavoridas con la mayor de las mentiras. Decidió rendirse a las palabras de las profecías, dijo, y así guiar a su pueblo herido. Si solo hubiesen visto lo mismo que yo, se arrancarían el pellejo al saber a qué habían escogido como salvadora.
Ahí sacaste partido de la carta de Quorum «Aceptar la profecía» para aumentar la dificultad de la decisión de encarcelarte. Y, claro, con Hypeman en la cárcel, mis votos no llegaron para conseguirlo.
Sí, la guardé desde el principio de la partida. ¡Nunca se sabe cuándo hará falta defenderse de algún traidor en la nave! :P
Mi asombro duró poco. La batalla se había reiniciado, y una explosión me llevó directo a la enfermería. No había tiempo para soluciones diplomáticas. Una vez pude mantenerme en pie reuní a un grupo de soldados e impuse el poco orden que cabía sostener en esa situación, tomando el poder civil en mis manos. Ahora que las decisiones sensibles no pasarían por las garras de aquel ser con cara humana y lengua bífida, la humanidad se pondría en pie de nuevo. Aunque fuese para huir.
Y huimos. Saltamos de nuevo, incapaces de sostener la desigual lucha. Solo tres naves civiles acompañaban ya a la Galactica, y los problemas solo crecieron cuando nuestra ex-presidenta pudo aprovechar sus últimos momentos de libertad para hacerse volar junto con un depósito de alimentos. Entonces seguía siendo un problema, con todo lo que sabía de nosotros, pero reconozco que me alegraba pensar que no la vería más.
Habiendo perdido su poder político, Competitiveman reveló su carta de lealtad Cylon, con lo que nos debilitó un poco más y tomó posiciones en su planeta, con nuevas opciones con las que podía afectarnos de manera indirecta.
Mientras, con el espacio circundante vacío por un crucial momento, preparamos las defensas que pudimos juntar. Aunque no eran gran cosa, puesto que el armamento de la Galactica está destrozado, con ello teníamos que seguir.
Termino el encarcelamiento de Boomer. Cuando se presenta a informar recibimos la noticia: tenemos las coordenadas, hemos encontrado Kobol. Nuestro hogar está a un paso. A un salto. Sin decirle una palabra a la piloto, sale corriendo al hangar, a sabiendas de que va a luchar la que puede ser la última batalla de la humanidad. Dos vipers se convirtieron en nuestra última línea de defensa.
Ahora podía resarcirme de mi tiempo entre rejas. ¡Al fin veía algo de acción!
Una línea que no tardó en difuminarse. Con la dirección de la víbora, se inicia un nuevo asedio. Con feroz intensidad, se nos deja claro que no permitirán que sobrevivamos para ver nuestro último salto. Uno de los frentes no tarda en caer, y con él dos de las últimas naves. Solo queda ya un carguero civil con la Galactica, rodeados ambos por mareas del enemigo metálico. El salto no está listo todavía. Lo sé mejor que nadie, pero esperar a que lo esté es sentenciarnos a ser barridos por las máquinas. Ordeno cerrar la formación con la otra nave para facilitar el salto. Es la única maniobra que nos queda, así que con ella y nada más, saltamos.
A Kobol, que nos recibe majestuoso. Aunque nunca lo habíamos hollado, de algún modo lo reconocemos. Es su luz la que ahora me ilumina mientras escribo las memorias de la agonía. La Galactica está en casa.
Pero ha llegado sola…
Y la partida terminó realizando el último salto, el que lleva a la victoria en Kobol, pero perdiendo el último punto de población con la tirada de dado que nos imponía el forzar el salto. Derrotados en la línea de meta.
¡Puro deleite con esa tensión llevada hasta el final! Gracias por escribir la crónica de la gloria Cylon, Roleman.
Ya… Bueno, de nada, pero me temo que yo no he escrito nada de esto, chicos. Recordad que yo no estaba allí…
Gran crónica!! Algo parecido nos pasó a nosotros hace un par de semanas! Los humanos nos quedamos a un paso de la gloria, pero la moral se fue a pique :(
Uhm entonces funciona bien a 3?
Competitiveman:
Bueno, creo que es difícil de decir, aunque es evidente que en este caso ha ofrecido una partida equilibrada. Quizás lo que más limite es que no se pueden tener en juego a todos los especialistas.
Hypeman:
En esta partida pudo echarse en falta a un mecánico que reparase naves con más eficiencia, por ejemplo.
Roleman:
Y aunque tiene razón, si obviamos el comentario de Competitiveman, cabe también defender que con pocos jugadores se crea una épica más personal. Cada decisión parece tener más peso, los votos de cada uno son más relevantes en el total de cada decisión.
Mechman:
Gran parte de la funcionalidad del sistema se basa en cómo de devastadoras sean las cartas de crisis, y aunque es una mecánica aleatorizada, creo que está bien equilibrada. En cierto modo, con tal de que esté compensado el número de Cylon con respecto al de humanos, es posible contener el efecto de los sabotajes. Es más, con menos jugadores es más sencillo reconocer a los «disidentes».
Te ha quedado muy chula Roleman ;)
Roleman:
Graci… *Coff*
Mmm.. A qué te refieres, ulises7? ¡Los remites no mienten!
Pues que te ha quedado bien la crónica, en ningún momento he dicho que os la hayáis inventado :)