¡Estamos en la estación de las rimarreseñas!
Una partida dura tres años, no te engaño.
Cada uno cuatro estaciones tiene, ¿tan difícil te parece?
Al principio todos han de escoger nueve cartas de poder
mediante un draft sencillo y separarlas en tres montoncillos.
Cuando llega un nuevo año, puedes coger el siguiente puñado.
Llega tu turno, lanza los dados y escoge el que sea más adecuado,
varias opciones puedes obtener: cristales, energía y hasta cartas de poder.
El dado que sobra decidirá cuánto tiempo se avanzará.
Dos tipos de cartas puedes jugar, ahora os las voy a explicar:
Los objetos mágicos suelen servir para muchas cosas conseguir,
los familiares, sin embargo, suelen tener un objetivo más amargo:
impedir que pueda tu rival su preciada estrategia desarrollar.
Hay cuatro elementos, su valor al transmutar depende del tiempo.
El agua, en invierno, te da piedras para proseguir tu juego.
La tierra, en primavera, más cristales para tu cartera.
El fuego, en verano, nuevas cartas para tu mano.
El viento, en otoño, más nivel, para poder más cartas poner. ( la rima con “otoño” para otra ocasión).
Al final del año tercero, toca hacer un recuento:
a los cristales que ya tenías, suma o resta diferentes cuantías:
las cartas que no hayas podido jugar cinco puntos restarán.
las cartas que ya estén en la mesa, muchos puntos de cabeza
no te olvides de los bonus, si los has usado, resta puntos, no seas descarado.
Al final, como puedes deducir, gana el que más cristales haya conseguido producir.