¡Ungungu! ¡Ungungu kharungu manungu! ¡Cungu mungu mulungu lungu jugungu du mungusungu!
¡Compro la «a»!
¿Kungu pasungu, Mechmungu? ¿Nungu nosungu entiendesungu?
Coup de bâton!
¡Ay! ¡Cuidado, Competitiveman! ¡Que las reglas dicen que me puedes golpear, pero con suavidad, hombre!
Hemos jugado a Trogloditargh, un party game muy peculiar. Los jugadores son trogloditas que tienen que comunicarse únicamente usando un idioma establecido por el juego. Aquí tenéis las correspondencias:
¡Ungungu ungungu!
¡Tú coge tú coge!
Hypeman no se entera…
¿Pero qué es eso que cogemos, giramos, ponemos, etc? Son unas piezas de distintos colores y formas. ¿Quiere eso decir que vamos a decir «ungungu el azul, carajo»? Pues no. Porque también hay un código de gestos para los colores:
Así que ya os podéis imaginar lo que toca. Combinar estos gestos con ese idioma puede dar lugar a situaciones muy locas.
Y todo este esfuerzo, ¿para qué?
Muy fácil: para construir. Para cada uno de los dos equipos, un jugador es arquitecto y los demás jugadores son trabajadores. El arquitecto tiene una de estas cartas:
Como veis, son construcciones que se pueden hacer usando todas las piezas. Tendrán que construirse con las indicaciones del arquitecto, que solo podrán ser hechas usando el idioma troglodita. ¿Y cómo sabes si lo estás haciendo bien, señor trabajador? Muy fácil.
Coup de bâton!
Exacto. El mayor atractivo del juego, lo que lo hace distinto, lo que atraerá la mirada de los incautos, de los no jugones y de los niños, son dos cachiporras de plástico que se tienen que hinchar al empezar la partida:
Con ellas, el arquitecto les indicará a los trabajadores si lo están haciendo bien (un golpe) o lo están haciendo mal (dos golpes).
Y ya está. Cuando un equipo haga una construcción, el arquitecto grita «¡Trogloditaaaaaaaargh!» mientras golpea la mesa con la cachiporra, para que el otro equipo compruebe que está bien hecha. Si es así, ganan los puntos indicados en la carta y continúan hasta que un equipo llegue a 10 puntos. No tiene más.
Pros y contras
¡Pros! Es original, rápido y divertido.
Me gusta que en el idioma la repetición de un término sea el término contrario, lleva a que aumente la confusión.
Dos equipos de jugadores gritándose unos al lado de otros. Trogloditas. ¡Quién más grite será el mejor! ¡Vamoos!
Las cachiporras y los grandes componentes están muy bien. Es muy vistoso.
¡Contras! El hype disminuye exponencialmente. Tras unas dos o tres partidas ya habrás tenido suficiente.
Es cierto. Una vez conozcas cómo funciona, se vuelve muy soso. Los arquitectos ya no gritan, ya casi no hay dobles cachiporrazos. Todo el mundo sabe qué hacer. Hasta te aprendes de memoria el idioma. O incluso las cartas de construcción.
La interacción entre los dos equipos es nula, y lo que es peor, ¡te pierdes a tus compañeros haciendo el tonto porque tienes que atender a tu propia construcción! Yo creo que la idea de base está bien, pero podía haberse ejecutado de otro modo, no sé cuál.
Es muy frustraaaaaaaaaaaaaaaaaaaanteeeee. Puede desquiciar a más de uno, ¿¡cómo demonios no entiendes que si te digo «kaghingu kaghingu (pon derecha) kaghingu (pon izquierda)» es que me refiero a que lo pongas en el centro!? Y la caja es excesivamente grande.
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